Para abordar la larga y compleja historia teotihuacana se han propuesto varias cronologías basadas en los restos cerámicos encontrados en las excavaciones. Al haber numerosos investigadores que han puesto su atención en Teotihuacán, se dispone de varias cronologías distintas. En la actualidad parece haber un consenso en torno a la propuesta por René Millón y su equipo de colaboradores.
La historia de Teotihuacán se puede entender como parte de un largo proceso civilizatorio que comenzó con la llegada de los seres humanos al Anáhuac, hace cerca de 20 mil años.
La domesticación de especies vegetales permitió a los habitantes de la región enfrentar la extinción de la fauna que fuera una de las principales bases de su alimentación. La agricultura favoreció el proceso de sedentarización en la zona. En Zohapilco (a la orilla del Lago de Chalco) se estableció un asentamiento cuya primera fase abarca del año 5500 a. C. al 3500 a. C. En esa época, los pobladores de Zohapilco ya poseían instrumentos de labranza, utensilios para procesar los granos y armas para cazar; y desde el año 2000 a. C. comenzaron a producir cerámica.
La agricultura se convirtió paulatinamente en la base de la economía de los pueblos del Valle de México. En la medida que esto fue ocurriendo, se establecieron numerosas aldeas a los alrededores de los lagos de Anáhuac.
Durante el período Preclásico Medio (1200 – 400 a.C.), alcanzaron su apogeo aldeas como Tlatilco, Copilco y Cuicuilco. Los asentamientos correspondientes a esa época combinaron la agricultura con la explotación del entorno lacustre, y muestran mezcla de influencias culturales de inspiración olmeca.
Hacia el año 600 a. C., Cuicuilco se convirtió en el principal centro político, cultural y económico en el Valle de México. Durante su apogeo pudo haber tenido cerca de 22 mil habitantes, aunque algunos cálculos creen que tuvo 40 mil. En este lugar se erigió la primer pirámide de Mesoamérica y se desarrolló el culto a Huehuetéotl, el dios del fuego, se cree que este culto nació debido a la cercanía que existía entre la población y el volcán Xitle. Hacia el año 100 a.C., dicho volcán hizo erupción y una parte de la población quedó sepultada. La población de Cuicuilco participó en la fundación de Teotihuacán pero parece que las migraciones desde la ciudad hacia el sur de los lagos, comenzaron antes de la erupción del volcán.
Se cree que durante algunos años, Cuicuilco fue rival de la naciente Teotihuacán aunque finalmente declinó y desapareció en un escenario incierto y en una fecha imprecisa entre los años 200 a. C. y 200 d. C.
Hay muy poca información sobre el proceso que llevó a la fundación de Teotihuacán. A partir del período Preclásico Medio se desarrolló un pequeño grupo de aldeas dedicadas a la agricultura. Estas aldeas eran contemporáneas a Terremote, Tlatenco, Tlatilco y Cuicuilco, y su desarrollo corresponde a las fases Cuanalán y Tezoyuca (500 – 100 a. C.). Durante la fase Cuanalán se establecieron, en el Valle de Teotihuacán, las primeras aldeas que aprovecharon las condiciones del entorno para la práctica de la agricultura. En ésta época se establece el asentamiento más antiguo en la Sierra de Patlachique. Se ha propuesto que los habitantes de estos asentamientos podrían ser otomíes o popolocas, pero no hay evidencia contundente que lo confirme. Los yacimientos correspondientes a la fase Tezoyuca presentan influencia de la cultura Chupícuaro, que se desarrollaba en el Bajío por aquellas fechas.
Al rededor del año 100 a. C., se comenzaron a desarrollar dos asentamientos dentro de lo que sería, unos siglos más tarde, la metrópoli teotihuacana. Uno de ellos corresponde al área ceremonial de Teotihuacán, sobre la Calzada de los Muertos.
El aumento de la población en el valle teotihuacano está relacionado con el abandono progresivo de Cuicuilco, pero hay evidencia de que otras poblaciones de la cuenta del Anáhuac, fueron absorbidas por el crecimiento de Teotihuacán.
El proceso urbano que llevó a la fundación de Teotihucán recibió el aporte culrutal de los cuicuilcas, poseedores de una organización social compleja y centralizada que fortaleció a la estructura de Teotihuacán. La ubicación de la ciudad le permitió la explotación de los yacimientos de obsidiana en Otumba y la Sierra de las Navajas, los productos del Lago de Texcoco, el agua de los manantiales de Patlachique y el control de las rutas comerciales entre Anáhuac y la costa del Golfo de México. Todos estos factores constituyen parte del escenario que llevó a la culminación del proyecto urbano de Teotihuacán y la consolidación del Estado Teotihuacano como uno de los más poderosos en la historia prehispánica de Mesoamérica.
Entre el año 100 a. C. y el principio de la era común, Teottihuacán comenzó a concentrar un importante número de habitantes provenientes de todo el Valle de Anáhuac. Durante la fase Tzacualli (1 – 150 d. C.) se establecieron las bases de la planificación urbanística de la ciudad y se definieron varios de los razgos característicos de la cultura teotihuacana. La construcción de los edificios de la ciudad se realizan en torno a dos ejes:
El eje norte-sur está constituido por la Calzada de los Muertos, que en la fase Tzacualli ya se encuentra bien definida. Durante la fase Tzacualli, este-oeste estaba constituido por el curso del río San Juan, cuyo cauce fue desviado para hacerlo coincidir con una orientación determinada. En esta época se ejecutó la primera etapa constructiva de la Pirámide de la Luna y ya se había planeado la plaza de este gran edificio, que marca el límite norte de la Calzada de los Muertos.
Es notable el esfuerzo que se realizó para la construcción de la Pirámide del Sol, que prácticamente se concluyó en una sola etapa, en la fase Tzacualli también. Durante ese tiempo, el centro de la ciudad lo constituía este edificio, representación de la montaña primordial que constituye el axis mundi de acuerdo con la mitología mesoamericana. La plataforma adosada a la Pirámide del Sol es más tardía que el resto del edificio y parece haber sido construida al final de la fase Miccaotli.
Para la época de la fase Tzacualli, Teotihuacán era indudablemente la mayor urbe de la zona centro del territorio mexicano y sólo se le acercaban Monte Albán, en los Valles Centrales de Oaxaca y Cholula, en el Valle Poblano-Tlaxcalteca.
Los años que van del 150 al 250 corresponden a la fase Miccaotli. Esta fase se llama así porque esa era la palabra con la que los nahuas llamaban a la ahora llamada Calzada de los Muertos. Durante la fase Miccaotli, Teotihuacán se consolidó como la mayor ciudad del centro del territorio mexicano. El centro de la ciudad se desplaza hacia el sur con la construcción de La Ciudadela, un recinto que, al igual que la Pirámide del Sol, representaba a una montaña sagrada.
La Ciudadela consiste en un conjunto de trece templos organizados alrededor de una gran plaza en la que se encuentra la Pirámide de la Serpiente Emplumada. De manera paralela a la construcción de La Ciudadela, la ciudad quedó organizada en cuatro cuadrantes con la construcción de las avenidas Este y Oeste. Ambas forman un eje casi perpendicular a la Calzada de los Muertos, parten de La Ciudadela hacia los respectivos puntos cardinales, marcando la división de los cuadrantes de la ciudad. En la fase Miccaotli, la Pirámide de la Luna fue ampliada en dos ocasiones, una entre los años 150 y 200, y la otra hacia el año 225.
Las grandes construcciones realizadas en este tiempo, revelan que la ciudad era un centro político y económico de gran relevancia en Mesoamérica. Esto trajo a personas procedentes de otras regiones, un caso muy notable es el de los zapotecos que se asentaron en Tlailotlacan, en el siglo II.
Hacia el año 250 inició la fase Tlamimilolpa, que toma su nombre del sitio periférico de Teotihuacán que se conoce con ese nombre. Durante esa fase, Teotihuacán ya se había consolidado como poder regional, y su influencia se extendía a lo largo de toda Mesoamérica. La Pirámide de la Luna fue ampliada en dos ocasiones durante este período.
La expresión demográfica de Teotihuacán se realizó de manera organizada en conjuntos habitacionales, una práctica que había comenzado en las fases anteriores y que se ajusta al plan urbano orientado por los dos ejes de la ciudad. La superficie de la ciudad disminuyó durante esta etapa pero se cree que su población pudo haber llegado a los 65 000 habitantes.
En el horizonte arqueológico de la fase Tlalmimilolpa han aparecido los indicios de la cerámica Anaranjado Delgado más antiguos de Teotihuacán. La presencia de esta cerámica en los yacimientos mesoamericanos es considerada como un indicador de vinculación con el mundo teotihuacano, pero es importante aclarar que se trata de un producto extranjero en Teotihuacán.
Las relaciones de Teotihuacán con el resto de Mesoamérica se diversificaron durante la fase Tlamimilolpa. En el entierro 5 de la Pirámide de la Luna, ofrecido quizá en conmemoración del término de la obra, los tres sujetos principales del entierro estaban colocados en posición de “flor de loto” y asociados a ellos, se encontró un conjunto de objetos de jade que proceden del valle del Río Motagua. La posición de los restos humanos es similar a la que se observa en ciertos entierros de la élite en Kamilajuyú, en Guatemala. Este hecho se suma a la notable influencia arquitectónica que la ciudad tuvo en su florecimiento sobre el área maya en lugares como Tikal y el propio Kaminaljuyú, así como al descubrimiento de piezas mayas en el horizonte Tlamimilolpa de Teotihuacán.
Algunos de los vestigios de la cerámica maya hallados en Teotihuacán corresponden al tipo Tzakol y guardan semejanzas con las obras contemporáneas de ese tipo que se han encontrado en Tikal y Uaxactún. La presencia maya en Teotihuacán se sumará a la de los zapotecos – patente desde la fase Miccaotli – y a la de las culturas del Golfo, de las cuales son testimonios los restos de cerámica Pánuco III.
En enero del año 378, en tiempos en los que Átlatl Cauac gobernaba Tetotihuacán, el guerrero teotihuacano Siyah K’ak’ conquistó Tikal, quitando y reemplazando al rey maya. Este hecho fue registrado en la Estela 31 de Tikal y en otros monumentos de la región Maya.
En el año 426, K’inich Yax K’uk’ Mo’ tomó el poder como rey de Copán, en el territorio que ahora es Honduras. Poco después, Yax K’uk’ Mo’ instala a Tok Casper como rey de Quiriguá, a unos 50 km al norte de Copán.
La fase Xolalpan, que va del 450 al 650, es el período de mayor apogeo de la ciudad. Su influencia en toda Mesoamérica es más intensa. La naturaleza de las relaciones de Teotihuacán con otras ciudades mesoamericanas es objeto de discusión. De acuerdo con algunos autores, la expansión teotihuacana se realizó con base en el comercio, lo que además explicaría la presencia de la cerámica Anaranjado Delgado en yacimientos de diversas zonas. Otros opinan que Teotihuacán fue un estado militarista y que la expansión de la ciudad se habría llevado a cabo por la vía de las armas. También parece posible que la presencia teotihuacana en el mundo mesoamericano haya sido resultado de una combinación de factores, incluyendo el comercio, las armas y las alianzas políticas.
Durante estos años de gran auge, la arquitectura de la ciudad alcanza su mayor expresión y también su mayor densidad de población, consolidándose como la mayor urbe de Mesoamérica y una de las más grandes de todo el mundo. Para esta etapa, la ciudad contaba con un complejo sistema de alcantarillado y drenaje que permitía desalojar las aguas residuales.
El arte teotihuacano también vivió una de sus mejores épocas durante la fase Xolalpan. Varias de sus piezas más representativas como son los braceros, los murales de Tepantitla, Atetelco y el muro del palacio de Quetzalpapálotl corresponden a esta etapa.
Alrededor del año 650 de la era común dio inicio la fase Metepec. De acuerdo con las investigaciones arqueológicas de René Millon, la ciudad tuvo una pérdida de casi el 25% de la población con respecto a la fase Xolalpan. A pesar de esto, Teotihuacán seguía siendo la mayor urbe de todo el Valle de México y una de las más grandes de Mesoamérica.
La actividad arquitectónica se paralizó durante esta etapa, de hecho, el único edificio que se realizó completamente en la fase Metepec fue la plataforma adosada a la pirámide de la Serpiente Emplumada. Dicha plataforma parece haber sido construida con el propósito de ocultar al edificio que fue corazón de la Ciudadela, emblema de poder de la ciudad. Los habitantes que vivieron en Teotihuacán durante la fase Metepec no conocieron el templo de la Serpiente Emplumada como se conoce ahora, pues su fachada fue rescatada en el siglo XX.
Durante esta fase (750 – 850) la población se redujo de manera muy drástica. Sólo algunas partes de la ciudad permanecieron ocupadas, entre ellas, lo que se conoce como Ciudad Vieja y algunos sitios que en la época anterior fueron habitados por la élite.
Esta ocupación de Teotihuacán está relacionada con la cultura Coyotlatelco y la aparición de la cerámica del mismo nombre.
Para explicar el ocaso de la ciudad se han propuesto varias hipótesis. Algunas consideraron que alrededor del siglo VIII ocurrió una gran sequía en el norte de Mesoamérica que provocó la migración de sus ocupantes hacia el sur. Esta sequía también habría afectado a la agricultura de la región e hizo inviable el sustento de la población.
Al tiempo que Teotihuacán inició su declive, otras ciudades en el centro de Mesoamérica comenzaron a florecer: Xochicalco en el Valle de Morelos, Teotenango en el Valle de Toluca, Cacaxtla en el Valle de Tlaxcala, Cantona en el oriente y El Tajín en el paso hacia la Huasteca. Todas estas ciudades vieron su apogeo durante la desaparición de Teotihuacán y, en algunos casos, nacieron precisamente dentro de ese contexto. De acuerdo con algunos autores, estos nuevos poderes regionales estrangularon a la gran metrópoli al privarla del acceso a las rutas comerciales.