El son istmeño es un género musical originario del istmo de Tehuantepec, en el oriente del estado de Oaxaca.
Una de las características principales del son istmeño es la versificación en zapoteco o náhuatl. No obstante, existen varias composiciones en castellano o incluso bilingües. Los sones de ésta región hablan principalmente de la mujer, por ejemplo: La Martiniana, La Petrona, La Juanita, La sanmigueleña. Generalmente sus textos tratan sobre el amor o la muerte.
El son istmeño se toca tradicionalmente a trío, un requinto, una guitarra sexta y una tercerola, tres diferentes afinaciones, tres voces. También se tocan con marimba, a la que se le agregan instrumentos de metal y se forma a lo que le llaman “marimba orquesta”. El ritmo con que se tocan es un vals, en un compás de 3/4. Existen también temas tocados en 4/4 que se llaman “bolero del istmo”.
Trio Istmeño |
Marimba orquesta |
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La sandunga es un son tradicional istmeño. Se le han escrito diversos versos tanto en español como en zapoteco y náhuatl, aunque lo smás conocidos son de la autoría del compositor oaxaqueño Máximo Ramón Ortiz, la palabra sandunga es una voz zapoteca que en castellano se traduce como: esa música honda y profunda.
La Sandunga es el himno por antonomasia de los istmeños. Llegó a México como una pieza de jaleo andaluz en 1850, y tres años después en Oaxaca fue tocada como danza de corte europeo.
Cuentan que al ver muerta a su madre, Máximo Ramón Ortiz se arrojó al lecho donde se encontraba el cadáver y rompió en lamentos de dolor. Al estilo de esa región del Istmo exclamó: “¡Ay mamá! ¡Ay por Dios! Por qué no pediste al Altísimo que te conservara unas horas más, para que te hubiere visto viva por última vez? ¡Ay mamá por Dios!”. Así fue como Máximo Ramón Ortiz escribió la canción que todos conocemos ahora como “La Sandunga”.
Este son istmeño no tiene un autor específico, pero muchos cantantes han escrito o copiado versos que convierten a esta canción en una historia de amor y dolor muy representativa de la época de la revolución mexicana, aunque se cree que sus orígenes vienen de la época prehispánica.
En su mayoría, las diferentes versiones de la llorona utilizan versos con rima en 11 y 8 ritmos y se repiten dos veces para formar una pequeña estrofa que contiene 4 versos.