Los pueblos de Chiapas representan la continuidad de una civilización milenaria que prevalece en su cultura. Las artesanías son parte fundamental del legado histórico y cultural que ha permanecido a través de los artesanos como portadores de una herencia viva conformando la gran diversidad artística y cultural de nuestro Estado.
Las Artesanías de Chiapas son el resultado de la construcción de un lenguaje cotidiano en la utilización de objetos con relación al uso simbólico y ceremonial pero con una carga estética y destreza admirable que las hacen apreciadas por todos. Estas manifestaciones de creación fundadas en su origen de resolver las necesidades de la vida en los pueblos, han sido capaces de transformar piezas y objetos a verdaderas obras de arte.
Una de las ramas artesanales más extensa y antigua en todo el mundo. En Chiapas existen muchos municipios en donde se elaboran diferentes piezas hechas con barro, en la actualidad la alfarería no solo cubre un factor utilitario sino a su vez es considerado, en algunas piezas como obras de arte las cuales se crean con la finalidad de ser admiradas y con ello trasmitir algún mensaje de su creador.
Entre los pueblos de origen Maya de los altos de Chiapas, Tzo`ontajal, más conocido como Amatenango del Valle, destaca por su antigua tradición alfarera que evidencia fuertes rasgos prehispánicos. Aún las palabras tzeltales que designan el moldeado del barro, “ya sb`al”, indican el sentido primigenio del acto de creación que infunde vida y alma de las ollas, cántaros y tinájas que habitarán el centro de la casa, colocados sobre tres piedras del fogón que simbolizan el ser Creador y Formador y el aliento que da la vida, la paz y la claridad a la humanidad de maíz de la cultura solar maya.
Quizá el acto de mezclar tierra con agua, modelar el barro, secarlo a la sombra, endurecerlo a fuego y bañarlo con atole de maíz evoque una función de contención cósmica, representada en los antiguos códices y leyendas por la abuela Xmucané, antecesora de todo lo creado, acarreando el agua vital en un cántaro.
Como en la mayoría de los poblados indígenas, son las mujeres, que aparecen estar íntimamente relacionadas con el agua, las que se encargan de todas las tareas en que interviene este elemento, con la excepción de la construcción de la casa, única labor en que los varones acceden al acarreo del agua que servirá para formar las paredes del bajareque y lodo.
Otra excepción se da en el municipio de Chamula, durante el carnaval, tiempo mitológico en el que todo sucede al revés de lo cotidiano: el varón designado como “nichim” u hombre flor se disfraza de mujer y es seguido por una procesión de varones cargando sus cántaros para traer el agua que servirá en las ceremonias.
En otra ceremonia, que representa el cambio de año, un varón vestido con un elaborado huipil ceremonial y una piel de jaguar, se sienta alternativamente sobre dos grandes tambores de barro, que podrían representar los años viejo y nuevo.
Parece pues que ha sido privilegio de la mujer crear y dar alma a los trastos de barro que contendrán el agua, recibirán el fuego y darán alimento a los humanos, discurriendo en fraternidad con ellos el ritmo de los tiempos. Quizá también por ello es la mujer la preservadora del lenguaje, el vestido, las leyendas y la cultura, como amistosamente nos contaba Juliana López, maestra alfarera de Amatenango, quien a pesar de haber viajado para mostrar sus obras en grandes urbes como México y Nueva York, conociendo diferentes técnicas y procesos modernos, regresa alegremente a su pueblo, orgullosa de su traje y sus costumbres, a seguir dando al barro el aliento vital de un arte milenario.
La abundancia en Chiapas de fibras vegetales como la palma o el ixtle, han propiciado el cultivo de la cestería, una de las artesanías más antiguas.
En San Juan Chamula se emplean dos tipos de materiales en la elaboración de los cestos: el carrizo para el tejido, y una de las varas que se obtienen de una planta espinosa llamada "mecate" y que se utiliza para hacer el armazón. En Zinacantán y Tenejapa se tejen sombreros de palma decorados con listones. Los pueblos tzeltales de la región de Ocosingo también ofrecen productos de cestería.
El tiempo para su elaboración es de aproximadamente siete semanas y son costurados a mano. Los productos de valor utilitarario son variados como canastas, cestos, petates y tapetes, que por ser portátiles permiten transportar una gran variedad de productos comestibles y de todo tipo.
Artesanías elaboradas con fibras naturales suaves como la palma, bejuco, ixtle, entre otros. Actualmente se elaboran artesanías de esta rama principalmente en la zona altos y centro de Chiapas y las piezas que se realizan son utilizadas como objetos de carácter utilitario.
Esta rama artesanal representa sin duda una de las más importantes expresiones del arte práctico hacia el juego en los hogares Chiapanecos. Pese a esto, el juguete popular en Chiapas ha tenido muchas transformaciones y cambios que lo han convertido en una opción para acercarse a sus raíces a través del juego con los niños pequeños y los adultos.
Actualmente se elaboran juguetes en los municipios de San Cristóbal de Las Casas, Chiapa de Corzo, San Juan Chamula y Ocosingo, por mencionar los municipios de mayor producción. Los juguetes que podemos encontrar son: carritos de madera, muñecos de trapo, figuras de animales tejidos en fibras vegetales, entre otros.
Sorprende encontrar juguetes tradicionales que han desaparecido del mercado nacional desde hace décadas como los boxeadores, la cajita de la serpiente, trompos, yoyos, muñecos, maromeros, mariposas o papalotes. En tallado destacan las figuras y esculturas elaboradas en maderas preciosas como el cedro, la caoba, el madroño y encino. En tallado de raíces, los artesanos de Tecpatán superan a sus vecinos.
Recientemente, ha surgido en Chiapas una nueva artesanía. Expertos artesanos, avanzados en la cultura maya, reproducen esculturas, dinteles y relieves en la ciudad de Palenque, en estuco y otras variedades de piedras.
También son famosas las piezas de jade, cuyos yacimientos se ubican en el estado y en Guatemala.
Existía desde tiempos prehispánicos, una técnica característica de esta zona, la técnica del “Maque” o laca mexicana. Esta técnica ha sido constatada como conocida y desarrollada por los antiguos mexicanos en los vestigios recuperados en las excavaciones arqueológicas de la cueva de La Garrafa en Chiapas, dándose por terminadas las discusiones que desde los años cincuenta del siglo XX intelectuales mexicanos como el Dr. Atl y Guadalupe Zuno mantenían sobre el posible origen oriental de las lacas mexicanas.
En la Historia general de Guatemala de Francisco Ximénez, se menciona la existencia de vasos o contenedores fabricados a partir de calabazas y jícaras las cuales eran pintadas con colores propios de la zona sureste de Mesoamérica.
Existe un ejemplar de una jícara pintada en el Museo Regional de Tuxtla Gutiérrez, en ella podemos observar que la utilización de ciertos colores perdura hasta nuestros días, también la disposición de la decoración y el empleo de los motivos decorativos se usa en las artesanías actuales, el diseño proviene del fruto del guaje y sus diferentes formas son los que dan las líneas del objeto, lo cual demuestra que este objeto no ha cambiado grandemente, como se evidencia en la jícara verde que se encuentra en el museo de la Laca en Chiapa de Corzo.
La técnica de laqueado tradicional se basaba en la utilización de un aceite de origen vegetal extraído de la semilla de chía y de chicalote a través del tostado, molido y su posterior mezcla con agua para formar una pasta que tras ser exprimida producía el preciado aceite, y del axe que era una sustancia parcialmente grasa y un tanto cerosa que se obtenía de la ebullición, trituración, filtrado y desecado de la hembra del Coccus axin, un insecto mesoamericano que habita en los árboles propios de lugares de clima cálido y húmedo.
Estas sustancias se mezclaban con tierras obtenidas del molido de piedras calcáreas y colores naturales de origen mineral, vegetal y animal para utilizarlas como pintura que decoraría la superficie de los objetos. La decoración chiapaneca en la laca es en base a ramilletes de flores de muy variados colores, entre ramajes verdes de helechos, la flor que más se distingue es la rosa, y la utilización de pajaritos es significativa, la pintura es aplicada con el dedo meñique lo que le transfiere un carácter distintivamente regional.
Una vez consumada la conquista española, la técnica de la laca se extendió más allá de las jícaras y se empleó en la suntuosa decoración del mobiliario novohispano, aun en muebles de tipología europea se utilizaron motivos chiapanecos, como lo podemos apreciar en el Museo de la Laca de Chiapa de Corzo, donde hay piezas de gran belleza que hacen alarde del mestizaje estilístico-tecnológico presente en armarios laqueados, cofres con base pintados de negro con flores y pájaros, baúles con motivos populares que nos narran el gusto de una época, mesas que, aunque de manufactura reciente, siguen repitiendo elementos y formas virreinales lo que ayuda a que evoquemos la riqueza de una época, finalmente nichos y cruces que perduran desde finales del periodo colonial en la región.
La influencia europea en la laca mexicana traslada desde el Viejo Mundo los estilos y gustos imperantes en el momento: el manierismo vigente en el siglo XVI se refleja en los decorados, y la copia de grabados europeos proporciona imágenes que sirven de modelo y que resultan de gran utilidad en el proceso de evangelización que incorpora a los indígenas al mundo cristiano occidental, lo mismo que formas ya establecidas con este simbolismo religioso, las cruces creadas en laca, decoradas con flores que el mexicano siempre había utilizado para sus antiguos ritos ayudaron al sincretismoreligioso, los nichos también son representativos de este punto, ya que se conjugan dos pensamientos diferentes en un mismo producto.
Además de aportar toda una carga simbólica, y derivada de las nuevas rutas comerciales, la influencia de oriente se impone a través de las rutas comerciales, la influencia de oriente se impone a través de las rutas del Galeónde Manila que importaba a la Nueva España amplia y variada mercancía de manufactura china y filipina.
Flores, animales y paisajes de intenso aspecto oriental se mezclan con el colorido y creatividad indígena que, aunque reeducados en un ambiente cristiano europeo,están hambrientos de las exóticas y mágicas formas bordadas en los mantones procedentes de Manila, en los abanicos con incrustaciones de marfil, en los biombos laqueados e incrustados de concha y en las libres y fascinantes ilustraciones que decoran la cerámica que llega hasta sus manos, lo mismo que los xicalpestle, los cuales son pintados con fondos rojos, negros y blancos, con pájaros que no se ven en estas tierras, toques dorados que nos remiten a la riqueza de esos reinos.
Debemos ser conscientes de la fuerte influencia que estas mercancías orientales ejercieron en todas las clases sociales, desde los indígenas que eran la mano de obra productora de los bienes de consumo y que plasmaron estas nuevas formas en objetos cotidianos y populares, como un xicalpestle que utiliza reminiscencias orientales en su decoración, hasta las clases dominantes que adoptaron el gusto por lo exótico, pasando por las clases medias y comerciantes que además de apreciar estos artículos se enriquecían con ellos y no sólo en sentido figurado.
La laudería cumple un propósito por demás importante, ya que además de representar a los instrumentos musicales que se realizan de forma artesanal, es también un referente sobre las festividades tradicionales de los pueblos de Chiapas. Arpas, tambores, guitarras, violines, entre otros, son los instrumentos que se realizan en la mayoría del territorio Chiapaneco.
Elaboradas principalmente para su uso en la dramatización de historias y leyendas en diferentes localidades y municipios, las mascaras constituyen un elemento esencial que le da sentido a las celebraciones tradicionales. Existe una gran diversidad de mascaras en Chiapas y en cada una, los artesanos van plasmando su esencia a partir de su herencia y origen.
Probablemente la técnica más antigua de conformado de metales es el martillado. Se estima que hacia el 2500 a. C. se comenzó a utilizar el vertido de metal fundido en moldes. Posteriormente se utilizaron técnicas de retorcido, pegado con remaches y soldadura. En Chiapas, el municipio donde se produce la metalistería es San Cristóbal de Las Casas. Como un oficio heredado por los españoles y portugueses, la forja del hierro a través de las técnicas del martillado y forjado se ha convertido en creaciones desde lo utilitario hasta en obras de arte. Candados y llaves, aldabas y llamadores con diseños de la época de la colonia, cruces con alegorías sobre la crucifixión de Cristo y obras de carácter artístico son las que definen a la metalistería en Chiapas.
La metalistería ha sido muy importante en el desarrollo de la humanidad, ha marcado épocas y tendencias de carácter modernista. La creación de objetos a partir de la producción y conformación del metal le ha permitido al artesano en esta rama, medir y probar los límites de su creación; las formas, colores y proporciones de las piezas y obras elaboradas en Chiapas han definido a los artesanos de la última frontera de México como experimentados y sensibles creadores de este arte.
Como todo acto de creación, la transformación de la materia se convierte en el más grande acto del valor creativo. Transformar para el uso de nuestras capacidades como humanidad también es el referente de una diversidad inmersa en la cultura de todos los mexicanos.
La talabartería se desarrolla con gran auge desde el siglo XVI, pues para el transporte, el vestido y los objetos del hogar se usa mucho el cuero, que ya labrado y bordado constituye una industria importante en muchos estados del país. En Chiapas la talabartería se caracteriza por la elaboración de objetos y piezas de carácter utilitario, entre ellas podemos encontrar los bolsos y mochilas, calzado, monturas y fundas de machetes o mantillones, entre otros.
La industria de las pieles curtidas tuvo su época de auge con el arte de la talabartería. En los municipios de Comitán de Domínguez y San Cristóbal de Las Casas aún podemos encontrar negocios familiares conocidos como talabarterías; en municipios de los Altos de Chiapas existen artesanos que elaboran piezas y objetos de talabartería abasteciendo el consumo local y el de las ciudades aledañas con comercio más diverso.
El proceso para curar una piel se lleva a cabo entre mes y medio y dos meses. Y el proceso periódico que se realiza, es el siguiente:
Los hombres de Chiapas trabajan los productos de madera. Los artesanos tzotziles de San Juan Chamula han ganado fama no sólo por producir excelentes esculturas talladas en madera sino por ser excelentes fabricantes de muebles para el hogar y la industria.
La madera es la materia prima empleada en la producción de una gran cantidad de herramientas, figuras decorativas, utensilios para cocina, máscaras para los danzantes o juguetes infantiles, entre muchos otros.
Tras trabajar la madera se da un acabado diferente, elegante y mágico, donde la pintura realza el trabajo de carpintería; es innegable su calidad de dibujantes y pintores especializados en el uso de la laca. En vajillas, cofres, juguetes, toles, máscaras y sonajas, entre otros objetos, los artesanos de Chiapa de Corzo dibujan y pintan exuberantes flores, animales, paisajes y figuras geométricas con una variedad de colores fuertes, cuya obra deja, sin lugar a dudas, la marca de su maestría en la mezcla de tonalidades, la abundancia en los detalles y sobretodo, en la belleza de la pintura. Por medio de la técnica tradicional del uso de la laca, sus exquisitas pinturas quedan protegidas de la humedad y del tiempo, por una capa transparente que lleva el sello de Chiapas.
En la zona de los lacandones se encuentra también los conocidos palos de lluvias, tubos de madera con semillas en su interior que al moverse lentamente simulan el sonido de la lluvia.
Esta rama artesanal es uno de los precedentes más significativos de la diversidad cultural del Estado de Chiapas. Es en los textiles donde podemos encontrar el testimonio de una cultura viva que ha permanecido en su gente.
Existe una gran variedad de textiles en distintas formas y propósitos, en la actualidad podemos encontrar piezas de uso cotidiano acordes al uso en las ciudades, manteles, servilletas, cojines y demás textiles elaborados para satisfacer las necesidades o demandas de una sociedad que valora tener dentro de sus espacios de vida, algo utilitario con el diseño y significado de identidad de la iconografía maya. Pero es sin duda la indumentaria la más importante en esta rama artesanal, pues es la vestimenta de los pueblos de Chiapas la que nos habla de un pasado y un presente inmerso en la memoria individual y colectiva de los Chiapanecos.
La permanencia de elementos culturales de una antigüedad desconocida que forman la base de las creaciones cotidianas hace del textil maya una de las expresiones más interesantes de su cultura.
En el arte textil de Chiapas se encuentran reunidas las raíces y la evolución de la cultura maya, su cosmovisión y el espíritu numinoso que la caracteriza, así como elementos sincréticos de sus contactos con otras culturas, en una amplia gama que incluye tanto la adaptación de modas parisienses como la conservación de diseños precortesianos, que logran expresar la totalidad de su mundo. Los cambiantes colores y diseños de los trajes mayas contemporáneos reflejan los cambios ocurridos en Chiapas durante la última década.
El lento remontar la pobreza, el avance hacia una mejor educación y mayor igualdad, pueden percibirse en los patrones vigorosos de la vestimenta para mujeres. Con tres mil años de paciencia, cada mujer realiza elaborados brocados y bordados que nos dicen de donde viene, revelan las costumbres con que creció y expresan su espíritu creativo.
Cada temporada estas mujeres producen nuevas visiones de ellas mismas y su mundo, visiones que son afirmaciones de la tradición traducida en algo nuevo, duradero y esperanzador. Vestidas para el cambio, las tejedoras mayas chiapanecas están diseñando y transformando notoriamente su cultura ante nuestros ojos.
Uno de los grandes orgullos de Chiapas es el ámbar, resina petrificada, atrapada en el fondo de la tierra hace más de 25 millones de años, posee una belleza y calidad que sólo se compara a la encontrada en la República Dominicana. El ámbar de Chiapas posee cualidades únicas, ya que se encuentran piezas transparentes en cuyo interior se observan insectos y plantas de la época terciaria, los cuales quedaron petrificados. Experimentados artesanos elaboran joyería con este ámbar que se puede encontrar en colores transparentes amarillos o en tonos oscuros. Existen algunas piezas azules, verdes, rojas y blancas.
El ámbar de Chiapas es considerado además como una excelente solución para alejar los malos espíritus o envidias en contra de los niños que se enferman de mal de ojo.
La mayor mina de ámbar se encuentra en el pueblo de Simojovel, ubicado a 130 kilómetros de Tuxtla Gutiérrez. Aunque en otros poblados como Huitiupán, Totolapa, El Boque, Pueblo Solistahuacán, Pantelhó y San Andrés Duraznal existen minas de ámbar, sin embargo en Simojovel se extrae y se procesa el 95 por ciento de esta resina en el estado.
Los amantes de la naturaleza o maestros adquieren estas piezas, además, para enseñar a sus alumnos el tipo de insectos y plantas que habitaron hace millones de años en México, algunos ya extintos.
En los yacimientos más pequeños y alejados, los mineros indígenas cavan generalmente pequeños túneles por donde se introducen hasta llegar al ámbar.
Para impedir el mercado pirata de ámbar en otros países, el Gobierno mexicano publicó en el año 2000, en el diario Oficial de la Federación, la denominación de origen del ámbar de Chiapas.
Fuente: https://casadelasartesaniaschiapas.gob.mx/artesanias