Los jarabes pueden ser encontrados desde el occidente de México hasta el estado de Oaxaca. Aunque el jarabe ya no es un género muy popular y ha pasado a formar parte del repertorio folclórico mexicano, han sobrevivido las piezas de los estados de Nayarit, Jalisco, Michoacán, Guerrero, Oaxaca, Puebla, Tlaxcala y Zacatecas.
El canto popular español del siglo XV y el que surgió a principios del siglo XVI, llegaron con todas sus peculiaridades, a la Nueva España donde sufrieron varias modificaciones.
El canto español en tierras de América dio origen al son, que sintetiza en su doble aspecto literario y musical, la sensibilidad de nuestros hombres indio-españoles; mestizos que van formando nuestra nacionalidad.
Los sones algunas veces tienen el sabor de los villancicos, las coplas y coplillas y las letrillas. Y desde luego, en su aspecto musical, son los sones son los jarabes, los huapangos y las jaranas. Los creadores del son auguran las formas expresivas de nuestra música y de nuestra literatura posterior a su nacimiento.
Las culturas portentosas de los indios dejaron en nuestras tierras surcos generosos donde germinó esplendida la semilla española. La floración artística surgió mas tarde exaltando y ponderando con matiz mestizo, los oscuros sedimentos de nuestra nacionalidad mexicana, de nuestro carácter racial. La música y la poesía que nacen de tan generosos progenitores, tuvieron en México sus primeras manifestaciones trascendentales precisamente en los sones, que perfilan paisajes, nos hablan de los hombres y de sus pasiones humanas, de sus creencias y ponderan formas y colores que nos dicen con gracia,los insospechados caminos que tiene la belleza mexicana por delante. Tal es el son, que con pujante originalidad, nos muestra íntegra la sensibilidad mestiza.
El jarabe en México está integrado por un conjunto de sones, su antecesor,el Jarabe Gitano que nació en España a mediados del siglo XV, al correr de los años fue cantado y bailado por hombres hispanos que vinieron a América. En nuestro suelo mexicano el Jarabe Gitano tuvo que rendir pleitecía al ambiente tropical y así abandonó la pureza de su criollismo y adquirió diversidad de matices que fueron reflejando la influencia más o menos clara de los bailes precortesianos. Surgieron los jarabes michoacanos, tapatíos, oaxaqueños, queretanos, etc. cada uno de ellos, desde luego bordado sobre sones regionales que en forma tan insuperable sintetizan la sensibilidad mexicana.
Algunos autores insisten en que el antecesor del jarabe fue el sarao que en la Nueva España bailaban los mulatos. Esta aserción obedece a que el jarabe que bailaba y cantaba el pueblo, se iniciaba en algunas ocasiones, con el ritmo del bolero que alternaban con huapangos para dar lugar al canto de las coplas. Así nacieron varios bailables.
Los jarabes que tuvieron más renombre durante la Colonia fueron los llamados "Pan de Manteca", "Las Bendiciones","Pan de Ja rabe", "El Jarabe Gatuno", "El Jarro", "La lloviznita", "Petrita", "Chimixclán", "Chirrimplampli", entre otros.
Muchos de estos jarabes bordados sobre sones e ilustrados con cantos compuestos por el pueblo, fueron objeto de la persecución del Tribunal de la Inquisición, sobre todo aquellos que con sus movimientos lascivos y burlescos y con versos de doble sentido, rompian la disciplina religioso-política de la épo ca colonial.
Siglos más tarde nació el Jarabe Tapatío compuesto originalmente para seis "aires", que se ampliaron con el correr de los años en nueve tiempos, jarabe que se caracteriza por la sobriedad de sus movimientos, ya que los danzantes deben bordar sobre la "tarima" con los pies, dibujos primorosos y obligar al resto del cuerpo a permanecer inmovil, ajeno al tumulto de sus extremidades.
Los bailadores desarrollan todos los pasos en una superficie muy limitada y los pasos los repiten con tanta rapidez que asemejan vibraciones sutiles y graciosas.
El Jarabe Tapatío no es una creación espontanea de la región, nacida durante el coloniaje ya que evoca principalmente el célebre baile del "Guajolote" originario de los huicholes que fueron danzantes de gran prestigio antes de la dominación española. Este baile precortesiano imitaba el cortejo del varón a la hembra "hacían la rueda" imitando los movimientos de los guajolotes en esos momentos pasionales.
Los jarabes que nacieron durante la Colonia y los que surgieron a raíz de la Independencia reflejan en parte la evolución espiritual, intelectual y material de indios y mestizos, ya que en ellos expresan con movimientos y con cantos, sus ideas políticas, sentimientos adictos a la Religión Católica o el rechazo irónico del nuevo credo, burlas a personajes del gobierno, del clero, de la sociedad, de los frailes, etc. La evolución en el traje de los bailadores habla claro del adelanto material de cada región.
Años más tarde se convirtió el Jarabe en una arma política su ejecución en público despertaba los sentimientos más profundos de patriotismo, enardecía a los guerrilleros, se convertía en símbolo de nuestra libertad. En esta época de su evolución dejó de ser el jarabe michoacano, tapatío, guanajuatense, etc., fue el jarabe que sintetizaba a todos los regionales y que se inspiró en parte en danzas autóctonas de místico significado. Reviviendo viejos sones mexicanos de largo y glorioso historial, surgió el baile que se llamó durante muchos años: Jarabe Mexicano.
Durante la guerra de la intervención francesa en México, hombres de toda la República se reunieron para atacar al enemigo común. En el Estado de Puebla los liberales se pusieron en contacto con gente de la región, que a su vez se unió al movimiento libertario.
Este gran agrupamiento de hombres los más diversos, que habían venido de toda la República, de tendencias y culturas varias, como varias habían sido las razas aborígenes que se cruzaron en el mestizaje, se unificaron ideológicamente en un momento de peligro para la patria. Entre ellos surgieron lógicamente intercambios materiales e intelectuales.
En las noches,durante las largas veladas en los campamentos, aquí y allá se fueron escuchando los cantares de México, sus sones insustituibles; huapangos, corridos jaranas, letrillas, etc.
Entre los liberales apareció "la china poblana" que fue la pareja obligada de los bailadores. Y con el cantar de una región, los graciosos pasos de otra, la música de aquí y allá y en medio del fervor patriótico de millares de hombres de toda la República, fue constituyéndose el Jarabe Nacional.
Cuando se bailaba aún imperfectamente, en aquellos días aciagos, emocionaba a todos los hombres de México, porque cada uno de ellos encontraba algo profundamente típico de su lejana provincia, en el canto, en el movimiento,en la música,en el significado y en la plástica del baile ya nacional.
El Jarabe Tapatío sobrevivió en parte en el Jarabe Nacional; imprime su sello al primer tiempo por medio del delicioso son llamado "El Durazno", cuyos versos populares dicen así:
" Me he de comer un durazno,
desde la raíz hasta el hueso,
me he de comer un durazno,
¡porque es mi gusto y por eso!"
Y el viejo son popular aparece ponderado con el zapateo del Jarabe de Jalisco. Ese repiquetear tan breve y rítmico de los pies, recuerda los bailes españoles en donde castañuelas y tacones femeninos, acentúan la música y los movimientos.
El segundo tiempo del Jarabe Nacional está inspirado en parte en la Jarana Yuacateca, en los movimientos de los pies de los danzarines. Nuevamente en el tercer tiempo surge el son tradicional:
"Guajito y a mi qué !,
¡medio que traje,
ya lo gasté! ".
Versito que se repite durante todo el "aire".
El paso cuarto tiene alguna semejanza conlos ritmos de los "Sonajeros de Jalisco", baile que ha perdido las características de lo autóctono.
El aire quinto evoca con delicia a las "Canecuas", o jicaras de Michoacán, que bailan las mujeres con dos supremas gracias: alegría y recato.
El sexto tiempo y el movimiento que lo acompaña parecen plantados todavía en los tiempos de la Colonia y aparece acompañado con los conocidos versos :
"Pasen a tomar atole,
todos los que van pasando,
que si el atole está bueno,
¡la atolera se está agriendo!"
Pero no sólo en este tiempo el Jarabe Nacional se evoca la época de la dominación española; el séptimo paso descubrimos que está inspirado en el famoso baile de "la Punta y el Talón" que tantos dolorosos afanes produjo a los miembros de la Inquisición, se bailaba acompañado con los versos siguientes, que el recato de la sociedad mexicana ha mistificado:
"Anoche me confesé
con un padre Carmelita
y me dió de penitencia
¡que besara tu boquita!".
Parece revivir con fuerza bravía, Tamaulipas, en el octavo paso del Jarabe Nacional con uno de sus célebres huapangos, que dan carácter tanto a los pasos como a los cantos, diferentes en cada ocasión.
En este mismo tiempo el bailarín arroja con garbo al suelo su sombrero galonedo, costumbre que recuerda algunos momentos de los bailes veracruzanos de gloriosa memoria.
En el onceavo tiempo parece romperse la gracia fina y contenida de los anteriores aires y se inicia el zapateado final, en que la muchacha baila alrededor del sombrero. Es una equivocación considerar en el Jarabe Nacional a los músicos tradicionales que lo acompañan, los únicos que producen música para los bailes. La "taríma" de duela pintada con congo amarillo, se debe considerar como un gran instrumento que funciona como tambora cuyos palillos precisamente son los zapatos de los danzantes. En el zapatea do el golpetear de los tacones completa el conjunto musical.
El penúltimo paso provoca estallidos de entusiasmo: la danzante baila dentro del mismo sombrero, sus pies diminutos bordan rico dibujo sobre el espacio limitado de la volteada ala del sombrero y pisar esta prenda del charro significa que ya se ha aceptado al galán como vencedor en lides amorosas. Mientras la muchacha baila, la música toca este son:
" Pica, pica, pica perico,
pica, pica, pica la rama,
pica, pica, pica perico,
¡ pica, pica, pica a tu nana !".
Y viene la Diana con la que finaliza el Jarabe Nacional. La música es síntesis de un país, que al través de luchas dolorosas, de aciertos y equivocaciones, de alegrías y tristezas, va creando su propia nacionalidad, constituida con hombres varios culturas diversas y sensibilidad ponderada por esta tierra nuestra que exalta toda manifestación del espíritu y del intelecto humano.
Pero este baile Mexicano tiene también otro delicado sentido: es un canto de amor,en que la mujer coquetea y el hombre acecha, ella desprecia y él insiste, llega el amor y surge en la mujer la gracia y en el hombre el dominio. La aceptación viene al final y el triunfo del varón se exige público con la cócona y la sumisión de la fémina con su baile sobre el ala del sombrero. Todo este juguetear gracioso y coqueto en la mujer, que hace inclinar su cuerpo y erguir el busto para lucir sus primores naturales y sus ricas joyas y el desparpajo del varón que se ufana de su "machería" todo, parece simbólico: en una oscura y remotísima evocación de viejos bailes de razas aborígenes, que paganamente rendían culto a la generación.