El Lobo Mexicano es una subespecie del lobo gris norteamericano, aunque más pequeño, ya que no supera los 80 centímetros de altura y mide alrededor de 1.40 metros de largo, lo que lo hace la subespecie de menor tamaño de este mamífero. El lobo gris mexicano es un animal de cuerpo esbelto, de orejas rectas, rostro delgado y alargado, ojos pequeños y largo pelaje marrón o amarillo con tintes grises, pariente del perro común, aunque con todas las características físicas y de comportamiento de los lobos; por ejemplo, la organización de sus manadas, conformadas por grupos de dos a diez individuos, con una compleja estructura jerárquica, que incluye un macho y una hembra alfa, así como un sistema de comunicación a base de aullidos, que los miembros de una misma manada son capaces de oír y reconocer a kilómetros de distancia. Al igual que ocurre con las demás subespecies de lobo, el lobo gris mexicano es un animal monógamo, que selecciona una pareja y permanece con ella durante toda su vida.
Originalmente, el hábitat del lobo mexicano se extendía por las regiones de pastizales y bosques templados desde la Sierra Madre Occidental hasta las montañas del estado de Oaxaca, e incluso llegó a ubicársele en las zonas desérticas de Sonora y Chihuahua, así como en la región central de México. Desafortunadamente, la pérdida de su hábitat y la merma de sus presas naturales, así como la intolerancia de los ganaderos, que durante años los cazaron y envenenaron para evitar que atacara a sus rebaños llevó al lobo mexicano al borde de la extinción. Incluso en los años 50, este depredador fue víctima de una agresiva campaña de exterminio, auspiciada por ganaderos, que argumentaban que esta especie representaba un peligro para sus animales. Hoy en día, el lobo mexicano está prácticamente extinto en estado salvaje dentro del territorio nacional, y es sólo gracias a que en 1976 se le declaró como especie amenazada, y que partir de 1979 se instauró el Programa de Cría en Cautividad del Lobo Gris Mexicano, que este bello e inteligente animal no desapareció para siempre de la faz de la Tierra. Hoy en día, existen un poco menos de 400 ejemplares, todos ellos en cautiverio, repartidos entre los estados de Durango y Chihuahua y en los Estados Unidos, donde además existen alrededor de unos 60 ejemplares en libertad. Los esfuerzos que se llevan a cabo entre ambos países para salvar al lobo mexicano de la extinción son grandes, y se proyecta la reintroducción de ejemplares en zonas controladas, sin embargo, el proceso es lento, y una de las causas es la poca variedad genética para su reproducción; además, los ejemplares deben pasar por un proceso de pre-liberación, en el que deben adaptarse y aprender a sobrevivir en condiciones silvestres.
Una buena noticia para esta especie y para los amantes de la naturaleza es que en 2014 se registró el primer nacimiento de una camada en estado salvaje, procreada por una pareja que fue liberada en la Sierra Madre Occidental. Quizá los esfuerzos por salvar al lobo mexicano de la extinción, aunados a una campaña de educación y concientización ayuden a que en algún futuro este hermoso mamífero vuelva a recorrer los bosques de nuestro país.