El Colibrí
Quieto
No en la rama
En el aire
No en el aire
En el instante
El colibrí
- Octavio Paz
El ligero y grácil colibrí es el ave más pequeña de entre todas las existentes en el mundo, y también una de las más bellas y sorprendentes. En México existen alrededor de 57 especies de colibrí, que desde épocas prehispánicas han cautivado e inspirado a los pobladores de estas tierras.
Cada aspecto del colibrí es fascinante. Es la segunda mayor especie del reino de las aves, y una de las más variadas: la subespecie más pequeña mide tan sólo cinco centímetros de la punta del pico a la punta de la cola, y la más grande, 25 centímetros; su multicolor plumaje tornasolado es único en el reino de las aves, con tonalidades que van del azul intenso al rojo profundo, pasando por el violeta, el amarillo limón, el verde esmeralda, y en algunas variedades, el blanco; su singular capacidad de volar en todas direcciones: hacia arriba, hacia abajo, hacia los lados e incluso en reversa, algo que ninguna otra ave en el mundo es capaz de hacer. El colibrí se alimenta del néctar de las flores, a las que acerca y delicadamente introduce en ellas su delgado y largo pico para tomar este néctar con su larga lengua, mientras se suspende en el aire gracias a su capacidad batir las alas hasta 80 veces por segundo. Otra extraordinaria característica del colibrí es que muchas de sus subespecies son migratorias, y llegan a viajar hasta 2,000 kilómetros en época de invierno.
El hermoso y diminuto colibrí fue uno de los animales más importantes en la cosmovisión de las culturas maya y mexica, que lo consideraban una criatura sagrada. Los antiguos mexicas creían que estos pequeños pájaros eran la encarnación de los guerreros muertos en combate o sobre la piedra de sacrificio, y que al morir formaban un cortejo que acompañaba al sol en su diario caminar hacia el cenit; también creían que había sido el colibrí la mágica criatura que había guiado a los primeros pobladores a la mítica Aztlán, bajo la figura de Huitzilopocthli, el dios-sol de la guerra, cuyo nombre significa “colibrí zurdo” o “colibrí del sur”. Para los mayas, el colibrí era el mensajero de los dioses, encargado de comunicarles a los hombres sus deseos. Hoy en día la belleza del colibrí nos sigue llenando el corazón y seguimos sintiendo su presencia como un feliz augurio.
En México habitan 57 especies de colibrí, de las cuales 13 son endémicas. Aún tenemos la fortuna de apreciar a estas preciosas criaturas en su estado natural. Si eres amante de estas pequeñas aves y vives en una zona donde habitan, puedes atraerlas y tener un buen número de ellas revoloteando en tu jardín si consigues un alimentador de colibríes y les ofreces alimento de buena calidad. Los colibríes no comen semillas, como otros pájaros; la base de su alimentación es el azúcar, por lo que la mejor idea es prepararles una fórmula a base de agua y azúcar derretida. Puedes mezclar dos tazas de agua por media de azúcar y hervirla hasta formar un jarabe. Con la práctica, aprenderás a hacer una mezcla con la consistencia y el nivel de azúcar necesario para que muchos colibríes lleguen a comer a tu casa. Esta práctica no afecta el ciclo de vida natural ni la salud de los colibríes, y les ayudarás a estar más fuertes para la época de apareamiento o migración, ellos, a cambio, aportarán gracia belleza a tu jardín.