El ave más amada de las antiguas culturas mesoamericanas, junto con el Quetzal. A diferencia de este último, de plumaje color esmeralda y largas plumas, el cenzontle es un ave de belleza discreta, pero con una de las voces más prodigiosas del reino animal, no es ninguna coincidencia que su nombre signifique en náhuatl “pájaro de cuatrocientas voces”, y que Nezahualcóyotl, gran filósofo, poeta y soberano del reino de Texcoco, comience el más famoso de sus poemas haciendo un homenaje a esta alada criatura.
El cenzontle es un ave muy extendida en el continente americano, y su hábitat se abarca desde el sur de Canadá hasta México y Centroamérica, aunque también se le puede encontrar en algunas regiones del Caribe, donde se le conoce como Ruiseñor. Es un ave de tamaño pequeño y plumaje color gris claro con algunas franjas blancas en las alas y en la cola y un pico delgado y curvo de color negro. La principal característica vocal del cenzontle es su capacidad imitadora, que logra recrear una amplísima variedad de sonidos, de ahí su nombre científico: mimus polyglottos, puesto que “polyglottos” significa en lengua griega “muchas lenguas”. Los antiguos pobladores de México se dieron cuenta de esta habilidad, especialmente entre los machos adultos, para reproducir entre 50 y 200 cantos y sonidos distintos. El cenzontle es capaz de imitar sonidos tanto de otras variedades de aves como de otras especies animales, e incluso en nuestros días, ruidos de maquinarias.
El hábitat del cenzontle comprende áreas tanto abiertas como boscosas. Usualmente, esta ave busca árboles o arbustos de follaje espeso para establecer sus nidos, que defiende con gran valentía de cualquier amenaza, incluyendo al ser humano. Cuando un depredador muy persistente llega a amenazar el nido, otros cenzontles se unen para ahuyentarlo. Por lo regular, el cenzontle es residente permanente en un área específica, aunque los ejemplares que habitan en las regiones más al norte emigran al sur durante el invierno. El cenzontle se alimenta de insectos y bayas.
Por sus extraordinarias dotes vocales, el cenzontle fue protagonista de varias historias y mitos dentro de las culturas precolombinas: la tradición purépecha cuenta que cuando Nana-Kuerari (diosa de la Tierra) estaba esperando un hijo, quedó fascinada por el canto del cenzontle. Nana-Kuerari pintaba miles de colores a las aves de la Tierra, mientras el cenzontle posado en su hombro cantaba. Como este quedó al final del ejercicio, y la pintura se había terminado ya, entonces los dioses lo premiaron con 4 voces adicionales para que cantara también a los dioses del viento, o el aire (Tariatacha) y el agua (Tiripime-jhuarencha).
La suerte de alada criatura está íntimamente ligada con la preservación del hábitat donde vive y se reproduce. Otra amenaza importante para su supervivencia es la comercialización; por su canto, el cenzontle es capturado y vendido como ave de ornato. El principal problema del tráfico y comercio de aves, es que muchos ejemplares mueren durante el proceso de captura y comercialización, además, el hecho de capturar cualquier criatura en estado silvestre merma las poblaciones y altera el ciclo reproductivo. Además, debemos recordar que esta extraordinaria ave merece vivir y cantar en libertad.