En México, el hábitat de este amable y pacífico mamífero marino se extiende en las zonas del Golfo de México y el mar Caribe. La subespecie de manatí que habita en México recibe el nombre de Trichechus manatus, y también se le conoce como manatí de las Antillas, aunque también se les suele dar el nombre de vaca marina, quizá porque comparte ciertas características físicas con este animal terrestre. Por lo regular, al manatí se le encuentra en zonas bajas costeras, ríos, lagunas y estuarios. El manatí se alimenta de diferentes tipos de pastos y plantas acuáticas, lo que lo convierte en el único mamífero marino completamente herbívoro.
Este hermoso y peculiar animal, al que los primeros conquistadores confundieron con sirenas –de ahí que la especie reciba el nombre científico de sirénidos— prefiere llevar las cosas tranquilas, de temperamento apacible y hábitos muy simples, el manatí pasa la mayor parte de su vida alimentándose o durmiendo. Su desplazamiento es muy lento, pero puede llegar a alcanzar las 20 millas por hora en rachas cortas, la velocidad a la que se desplazan normalmente es de tan sólo tres a cinco millas por hora. No obstante, a pesar de su gran tamaño y su complexión corpulenta, los manatíes son extremadamente ágiles dentro del agua, donde se les puede ver dando piruetas y haciendo toda clase de giros y saltos, así como viajar largas distancias, ya que son criaturas migratorias que en invierno viajan en busca de aguas cálidas; se ha descubierto que algunos manatíes que han sido rastreados a través de transmisores satelitales han llegado a recorrer hasta 150 millas en menos de cuatro días, ¡lo que significa que no son tan perezosos como pensábamos!
El manatí prefiere estar en aguas muy poco profundas, y por lo general se les encuentra en profundidades de apenas tres a siete pies, es decir, entre uno y dos metros, aunque en ocasiones pueden llegar a sumergirse hasta 16 metros. Al igual que la mayoría de los mamíferos marinos, el manatí pasa una buena parte del tiempo comiendo, lo que significa que deben aguantar la respiración el tiempo suficiente para poder alimentarse. En sus momentos de actividad, este mamífero sale a tomar aire cada dos o tres minutos, aunque en estado de reposo pueden permanecer hasta 20 minutos sin respirar.
El manatí es de los mamíferos más antiguos que pueblan el planeta Tierra; de acuerdo con evidencia científica, ya existían hace 60 millones de años. Se cree que el manatí fue alguna vez un animal terrestre, emparentado de manera cercana con el elefante, pero poco a poco fue emigrando hacia ambientes acuáticos. Hoy en día este animal tan antiguo está en peligro de desaparecer. Los riesgos e inconvenientes que enfrenta esta especie son muy variados. Primero que nada, el manatí es un animal de reproducción muy lenta, las hembras alcanzan su madurez reproductiva a la edad de cinco años, mientras que los machos no lo hacen hasta los nueve años, y aunque pueden aparearse en cualquier época del año, las hembras sólo pueden tener una cría cada dos años, ya que el periodo de gestación es muy largo y en muchas ocasiones la cría permanece junto a la madre hasta los dos años. Por otro lado, si el alimento escasea o las condiciones no son favorables, los manatíes prefieren no participar en actividades reproductivas, por lo que una hembra adulta puede tardar hasta cinco años en volver a criar. Otro aspecto desfavorable para esta especie es su poca tolerancia a las bajas temperaturas; a pesar de su físico pesado y corpulento, el manatí tiene muy poca grasa en el cuerpo, lo que lo convierte en un animal muy sensible, que muere fácilmente en aguas con temperaturas de menos de 20°. Los depredadores naturales del manatí son los tiburones, caimanes y cocodrilos; su forma física también los coloca en desventaja, al ser animales lentos que carecen de atributos físicos que puedan usarse como herramientas defensivas. Sin embargo, la peor amenaza para el manatí es el ser humano. La mayoría de los manatíes mueren por las heridas causadas por hélices de embarcaciones, en accidentes, o bien caen víctimas de la caza furtiva, ya que aún hay personas que consumen su carne. La expectativa de vida de un manatí es de 60 años, sin embargo, en estado silvestre suelen morir mucho más jóvenes.
En México se realizan esfuerzos para salvar al manatí de la extinción. En 1999, se formó el Subcomité Técnico Consultivo para la Conservación, Recuperación y Manejo del Manatí en México —ahora Comité—, formado por expertos, organizaciones sociales, acuarios y parques privados. Para atender a crías huérfanas y manatíes lastimados, el gobierno se ha apoyado en las instituciones y los grupos privados miembros del Comité, poniéndolos bajo su resguardo y cuidados. También se han ampliado las áreas naturales protegidas y se han consolidado diversos grupos de especialistas consagrados a la investigación y conservación de la especie. Por fortuna, los esfuerzos han dado resultados, ya que se han observado manatíes en áreas en las que ya habían desaparecido. El futuro de esta bella y frágil criatura depende de la toma de acción, tanto de las autoridades ambientales, como de la gente que habita cerca de las zonas donde vive este amable mamífero marino. El respeto y cuidado por parte de la población civil es tan importante como la labor que realizan los expertos e investigadores.