Este sitio tuvo su época de mayor esplendor durante el periodo Clásico Tardío, entre los siglos VIII y IX d.C.
Es un conjunto arquitectónico que se eleva majestuoso sobre los cerros del área; de ahí, en un amplio kancabal se dispersa el antiguo asentamiento. Los principales grupos están interconectados por un sacbé (camino blanco) interno que tiene como extremos el Palacio Norte y el Juego de Pelota, junto al Palacio Sur. A mitad del camino se cruza el Complejo del Mirador y adelante una plataforma en donde se localizaron una serie de estelas con bajorrelieves que hoy pueden apreciarse bajo una palapa junto a la caseta de la entrada.
El Palacio, es un edificio de tres niveles o pisos, construido a la manera de cuartos anexados a una masa central que a su vez sirve de sostén al nivel superior. Algunas exploraciones han mostrado pasillos interiores en el primer nivel que sugieren que en etapas pretéritas el edificio tuvo características distintas, y que fue durante el Clásico terminal, a mediados del siglo X, cuando sufriría las remodelaciones que dieron lugar a lo actualmente visible.
Pero en Sayil parte del atractivo son también los recorridos por los caminos rojos que llevan al viajero a los distintos complejos arquitectónicos. La flora, que en algunas épocas tapiza los senderos, y la fauna, sobretodo de aves, forman parte integral de la visita. Un pozo de 90 metros de profundidad permite refrescarse con agua virgen procedente del corazón de estas tierras. Sin lugar a dudas Sayil permite entender aquella relación sociedad-naturaleza, que caracterizó a los antiguos mayas.