Hace mucho tiempo, en el Lago de Texcoco vivía una Rana que era muy feliz, siempre estaba cantando sin importar si había sequía o llovía torrencialmente.
Cierto día en que se encontraba de lo más bien cantando a voz en cuello, repentinamente se quedó callada pues vio que se acercaba a ella un Cacomixtle o Tlacomixtle, “medio felino”, un bello animal que se asemeja mucho al mapache y que tiene el tamaño de un gato. Aunque asustada, Rana sabía que el Cacomixtle no la lastimaría pues se encontraba apartada de la orilla cantando sobre una hoja de lirio. Cacomixtle se detuvo a verla y como Rana retornase a su canto, se la quedó escuchando por un buen rato moviendo se bella cola esponjada coloreada en anillos blancos y negros.
Impresionado por el bel canto de Rana, Cacomixtle no quiso quedarse atrás y le dijo: -¡Cantas muy bonito, Ranita, de eso no hay duda; sin embargo, yo soy el campeón en las carreras, no hay quien me gane a correr! Al escuchar sus palabras, Rana se quedó desconcertada ante tanta presunción que no venía al caso y replicó con sorna y un poco picada: - No veo por qué me dices esas cosas, ni que es lo que pretendes al presumir de tal manera, Cacomixtle. Nuestro amigo quiso farolear y le replicó a Rana un tanto cuanto insolentemente: ¡Querida y hermosa Rana, te propongo que nos echemos unas carreritas de aquí hasta ese claro del bosque, y veamos quién es el ganador! ¡Sal del agua, pues!
Ante el reto, Rana salió del agua muy dispuesta a participar en la contienda. -¡Voy a contar hasta tres y echamos la carrera! Dijo Cacomixtle muy ufano y seguro de sí mismo: -¡A la una, a las dos y a las tres! Justo en ese momento Rana se montó de un salo en la cola de Cacomixtle, el cual no la sintió, no se percató de nada. El Mediofelino echó presto la carrera, y llegó al claro del bosque volteó a ver en donde estaba Rana. Por lo agitado que estaba por la carrera y no se dio cuenta de que su rival descendía rápidamente de su larga cola, y se colocaba en la meta, cual si hubiese llegado antes que él. -¡Yo gané, yo gané! Gritaba Rana.
Cacomixtle se quedó desconcertado y humillado porque había perdido la apuesta, pero ante la supuesta realidad no le quedó otra que aceptar su derrota ante Rana y frente a los demás animales que habían presenciado tan desigual reto. La hermosa Rana estaba muy feliz porque le había dado una muy buena lección al farolero y presumido de Cacomixtle, aunque hubiese recurrido a un pequeño engaño…