(Ignacio Zaragoza Seguin; Bahía del Espíritu Santo, Texas, 1829 - Puebla, 1862) Militar mexicano. De ideas progresistas, luchó contra la dictadura de Santa Anna y apoyó a Benito Juárez durante la Guerra de Reforma (1858-1960), contribuyendo decisivamente a la victoria final de los liberales. Dos años después, en los inicios de la invasión francesa de México, obtuvo una brillante victoria en la batalla de Puebla (5 de mayo de 1862), por la que es honrado como héroe nacional; lamentablemente, una enfermedad puso fin a su vida pocos meses después, a los treinta y tres años de edad.
Ignacio Zaragoza estudió en Matamoros y en el seminario de Monterrey. Hijo de un militar, su vocación castrense se manifestó ya en la adolescencia: a los diecisiete años quiso alistarse en el ejército para participar en la Guerra Mexicano-Estadounidense (1846-1848), pero su solicitud fue rechazada. Durante algunos años se dedicó al comercio en Monterrey; en 1853 ingresó, con el grado de sargento primero, en la recién creada Guardia Nacional de Nuevo León.
Desde la proclamación de la independencia, la vida política del país se había desarrollado a la sombra del general Antonio López de Santa Anna, que inició ese mismo año el que sería su último mandato presidencial (1853-1855). Una de sus disposiciones fue incorporar las guardias nacionales al ejército regular; a causa de este cambio, Zaragoza fue promovido a capitán y destinado a Tamaulipas.
Ya en sus mandatos anteriores (había sido presidente en diez ocasiones), Santa Anna se había significado en lo político por su talante arribista y conservador; en este último periodo, sin embargo, su autoritarismo llegó a extremos del todo inaceptables: se hizo llamar Su Alteza Serenísima y se autoproclamó presidente vitalicio por decreto. Liberal convencido, Ignacio Zaragoza apoyó la Revolución de Ayutla (1854), levantamiento que aunó a las fuerzas progresistas contra la dictadura de Santa Anna; participó en la toma de Saltillo en 1855 y, ya ascendido a coronel, en la defensa de Monterrey.
El triunfo de la Revolución de Ayutla elevó a la presidencia al liberal Ignacio Comonfort (1855-1857), pero la promulgación de la Constitución de 1857 desató una reacción conservadora que condujo a la caída de Comonfort y a la llamada Guerra de Reforma (1858-1860), conflicto civil que enfrentó abiertamente a liberales y conservadores. Cuando el presidente Comonfort fue derrocado, Zaragoza se hallaba en la ciudad de México y, fiel a sus principios, emprendió la defensa de la Constitución de 1857. Marchó al norte para unirse a Santiago Vidaurri, y cuando José Silvestre Aramberri fue nombrado nuevo gobernador, Zaragoza se apoderó de Monterrey (1859).
Durante la Guerra de Reforma, los ejércitos liberales de Ignacio Zaragoza y de José López Uraga tuvieron como objetivo tomar Guadalajara; la sitiaron por primera vez en mayo de 1860. Durante la batalla cayó herido López Uraga y su puesto fue ocupado por Zaragoza, aunque tuvieron que retirarse ante la proximidad de las fuerzas de Miguel Miramón. Tras detener a los conservadores en el camino a Manzanillo, Zaragoza se unió a las fuerzas de Jesús González Ortega.
Ambos ejércitos se dirigieron de nuevo a Guadalajara; en Silao se enfrentaron con el de Miramón, al que lograron diezmar. Sitiaron la ciudad de Guadalajara, que estaba en manos del general Leonardo Márquez, y la tomaron en octubre de 1860. Zaragoza fue ascendido a general y marchó junto con González Ortega hacia Calpulalpan, donde obtuvieron una sonada victoria que supuso prácticamente el fin de la Guerra de Reforma, que concluía así con el triunfo de los liberales.
El nuevo presidente, Benito Juárez, nombró a Zaragoza ministro de Guerra y Marina en 1861. Ese mismo año Juárez hubo de suspender el pago de la deuda externa; la guerra había dejado exangües las ya maltrechas arcas públicas. El impago sirvió de pretexto para la Segunda intervención francesa en México (1862-1867). En diciembre de 1861, Zaragoza renunció a su cargo para participar en la guerra contra los franceses al frente del recién formado ejército de Oriente.
Ignacio Zaragoza se enfrentó a los invasores en las cumbres de Acultzingo; después los esperó en Puebla, en los cuarteles de los fuertes de Loreto y Guadalupe. El 5 de mayo de 1862 obtuvo la más famosa de sus victorias, la de la batalla de Puebla, por la que sería declarado benemérito de la patria. En ella, tras rechazar a los invasores tres veces y lanzar a la caballería al remate, derrotó a las fuerzas del conde de Lorencez, obligando a los franceses a retirarse. Zaragoza se trasladó rápidamente a la ciudad de México y volvió luego a Puebla, donde murió repentinamente de una fiebre tifoidea el 8 de septiembre, con sólo treinta y tres años. El presidente Juárez dispuso que la ciudad de Puebla pasara a llamarse Puebla de Zaragoza en su honor.